En el medio en que vivimos, hay campos electromagnéticos por todas partes, pero son invisibles para el ojo humano. Se producen campos eléctricos por la acumulación de cargas eléctricas en determinadas zonas de la atmósfera por efecto de las tormentas. El campo magnético terrestre provoca la orientación de las agujas de los compases en dirección Norte-Sur y los pájaros y los peces lo utilizan para orientarse.
Los seres vivos han estado expuestos a influencias electromagnéticas desde siempre: La luz del Sol y sus rayos infrarrojos, los rayos cósmicos, y otras, son radiaciones naturales.
Sin embargo, hacia principios del siglo XX, el desarrollo de radiaciones generadas por el hombre como la electricidad y las radiofrecuencias empezaron a diseminarse en todas las regiones del mundo. Desde aplicaciones básicas, en transformadores, líneas de transmisión, motores, refrigeradores, sistemas de calefacción eléctricos, sistemas de comunicaciones como la televisión y la radio, las computadoras y la telefonía celular.
Los campos electromagnéticos naturales: son, por ejemplo, el campo magnético estático de la tierra al que estamos continuamente expuestos, los campos eléctricos causados por cargas eléctricas presentes en las nubes, la electricidad estática que se produce cuando dos objetos se frotan entre sí o los campos eléctricos y magnéticos súbitos resultantes de los rayos.
Los campos electromagnéticos de origen humano: son, por ejemplo, generados por fuentes de frecuencia extremadamente baja (FEB) tales como las líneas eléctricas, el cableado y los electrodomésticos, así como por fuentes de frecuencia más elevada, tales como las ondas de radio y de televisión o, más recientemente, de teléfonos móviles y de sus antenas.
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El espectro electromagnético cubre una gran franja de frecuencias (de 0 a billones de Hz) tanto visibles como invisibles. A mededia que aumenta la frecuencia, disminuye la longitud de onda y la radiación se hace más penetrante.
Contaminación Electromagnética / Efectos Biológicos:
Se sabe de la profunda incidencia de los campos electromagnéticos a los cuales estamos expuestos. Éstos producir débiles corrientes eléctricas en el cuerpo, pero los efectos biológicos dependen del tipo, frecuencia e intensidad de estos campos.
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Los seres humanos tenemos una naturaleza bioeléctrica natural muy sensible a la influencia y los cambios de los campos electromagnéticos. Nuestras células funcionan a base de impulsos eléctricos que generan campos electromagnéticos gracias a la presencia en nuestro organismo de agua, sal, metales y minerales. Los procesos celulares, metabólicos e incluso nuestros pensamientos, cada uno de ellos son generados por procesos químicos electromagnéticos. Todos los procesos de los seres vivos y del planeta son de naturaleza electromagnética es por ello necesario aprender y comprender como nos afectan.
Se sabe que los campos electromagnéticos intensos de alrededor de 50 o 60 hercios, y su radiación electromagnética correspondiente, son perjudiciales para los seres vivos. Una exposición a largo plazo puede resultar en un debilitamiento del sistema inmunológico, exacerbando cualquier problema de salud preexistente, y pudiendo asociarse con sensación de pérdida de energía o fatiga y, eventualmente, con un deterioro en el desempeño laboral, desórdenes del sueño e inestabilidad emocional. Cada vez existe un número mayor de personas hipersensibles a las radiaciones electromagnéticas, y muchos pueden sentir cómo la electricidad pasa por su cuerpo llegando a experimentar síntomas como cosquilleo en los dedos, depresión, dificultad en la memorización e incluso convulsiones. Por otro lado, la exposición crónica a elevados niveles de radiación electromagnética, sobre todo cuando se está dormido, puede llevar al estrés crónico.